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Que se castiguen los delitos en las iglesias


Por FELIX BETANCES.
Una vez más ha quedado  evidenciado el alto sentido de descontrol y delincuencia que afecta a los sectores eclesiales o religiosos que no son solo de la República Dominicana, sino que afectan a todo el mundo, ya que a diario se conoce de casos que ocurren en diversos países, llegando en los más extremos, hasta las cúpulas de las Iglesias, tanto católica como de otras denominaciones.
Las aberraciones, abusos, violaciones sexuales de menores y adultos de ambos géneros, se han puesto a la orden del día, y lo peor de todo es, que en muchos de los casos, estas cosas ocurren bajo el conocimiento de padres, madres y tutores, aunque en otros, son afectados jóvenes que no gozan de alguna paternidad responsable y que por tanto, han ido a caer en manos de quienes se supone deben ser sus bienhechores, formadores de conductas,  protectores y que resultan ser la más pura representación satánica que jamás, estos hubiesen imaginado.
Esto ha llegado al extremo de que el Sumo Pontífice, máxima autoridad de la Iglesia Católica, ha llamado la atención de sus seguidores, desde las más altas instancias, hasta a los más humildes seguidores; no resultando así sin embargo, por parte de los jerarcas de las Iglesias no católicas; no obstante haberse producido en ellas, no menos cantidad de casos bochornosos y denigrantes para la humanidad.
El Papa Francisco, avergonzado por tales actuaciones, llegó a pedir perdón al Mundo, por los daños causados por su Iglesia, llegando a decirles, que sepan que tendrán que pagar alguna vez por sus desviadas actuaciones, frente a quienes de ellos esperan otras cosas.
Ha hecho falta en consecuencia, que un llamado similar fuera hecho por los jefes de las iglesias denominadas cristianas en sentido general ya que no se puede decir que tales crímenes solo ocurren entre católicos.
Son muchos los casos que se recuerdan, algunos de los cuales han llegado a los Salones de la Justicia, muchos de ellos apañados por el apoyo y la connivencia y otros apadrinados por sectores jerárquicos de poder a través del tráfico de influencias y otros, cubiertos por la sombra del dinero pura y simplemente.
Los grandes responsables de que estas cosas aun en estos días estén ocurriendo con muy pocas consecuencias, es de tres grupos, ninguno de los cuales podrá excusarse ante la sociedad, que son: Las Iglesias, la familia y las autoridades competentes.
Se hace imperativo que a estas prácticas deleznables y denigrantes, se les ponga una parada, porque de lo contrario, esto se habrá “jodido”, como lo dicen los amigos “cibaeños”.
Es obligatorio, que las Iglesias por su parte, si es que quieren rescatar aunque sea parte de la dignidad perdida por dichas acciones encubiertas, emprendan una cruzada de investigaciones internas para determinar en cuales casos se cometen los hechos y aplicar los correctivos de lugar, que conlleven los castigos correspondientes en los casos que se detecten.
De igual manera, deben hacerlo las autoridades judiciales a través de los departamentos destinados para tales fines, con el firme objetivo de aplicar todo el peso de la ley, a quienes cometan dichos delitos y que de paso, esto abarque a las familias que se compruebe, tengan conocimiento y de alguna manera encubran tales hechos.
Esto debe hacerse con la debida seriedad y responsabilidad, tomando como apoyo el contexto de la Ley 136-03 sobre la protección de niños, niñas y adolescentes y demás leyes adjuntas.
De no hacerlo así, esto seguirá en crecimiento y será la peor desgracia que podría ocurrirle a una sociedad que hasta ahora, luce desprotegida, además; de que no habrá forma de que pueda mantenerse el respeto a gente muy seria y respetable que aun hay dentro de esos conglomerados.
¡Llegó la hora de actuar autoridades!.


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