Los problemas que tiene el presidente Trump en el orden interno y externo con el gobierno parcialmente cerrado, no le permitirían estropear las relaciones con la República Dominicana y otros países al ser excluidos del tratado de libre comercio DR-CAFTA.
Tan serios son los problemas, algunos artificiales como el que la inmigración de centroamericanos hacia la frontera sur de su país motivan una declaratoria de emergencia nacional, en lo cual se ha concentrado con críticas de su oposición unida.
El artículo reciente al parecer mandado a publicar en The Miami Herald, el diario conservador de la ciudad floridana, aparentó una labor de zapa más que nada dirigida a forzar que la República Dominicana votara contra el reconocimiento del presidente Maduro.
Aunque la RD siempre ha votado con la mayoría en los organismos internacionales, para Estados Unidos era importante que se desmarcara de esa tradición y se sumara al Grupo de Lima que ha planteado el desconocimiento del régimen venezolano.
Se dice que la diplomacia dominicana había aconsejado la abstención como en una anterior votación sobre el fastidioso tema y que la presión norteamericana a última hora hizo cambiar ese voto. Lo mismo pasó con Haití, cuyo presidente, MoÔse, iría a la juramentación.
El trago ha sido amargo para la parte dominicana por cuanto tiene vigente su asociación con Venezuela en el manejo de la Refinería Dominicana de Petróleo, que comparte en 51%-49% con la parte dominicana sin que se sepa cuál solución se dará al negocio
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