La Casa de los 7 Candados en Barahona. ¿Reliquia o vergüenza?.

Félix Betances.

Con el mayor respeto de las personas o familias que en la actualidad habitan ese lugar histórico, el cual si no estamos equivocados, ha sido declarado patrimonio cultural de la República Dominicana, queremos referirnos brevemente a un inmueble que a pesar de albergar en su interior tanta y tan bella historia, ha sido abandonado a su suerte, la cual por lo que se observa, no será muy extensa.

Mucho se ha escrito de este monumento histórico, pero todo parece indicar que no ha servido de mucho ya que nadie absolutamente nadie, ha dado muestras de que a alguien le interesa su conservación. Veamos una breve descripción:

La Casa de los 7 Candados o 7 Puertas, es una de las viviendas más viejas del pueblo, ubicada en la Calle General Cabral. Algunos afirman que existe desde el año 1903.

Fue bautizada con ese nombre, por el hecho de tener siete habitaciones, siendo considerada por la población como una reliquia histórica en decadencia.

Según lo que se sabe, en esta casa se alojó por muchos días el extinto ex presidente de Venezuela, Don Rómulo Betancourt cuando vino huyendo para preservar su vida de la dictadura de Vicente Gómez, de acuerdo a lo que narran varios personajes importantes que estuvieron en ella como: Juan Bosch; también  se dice que en esta casa se dieron varias reuniones entre el prócer José Martí y el General Máximo Gómez.

Todos, barahoneros y visitantes, coincidimos en la necesidad de que este monumento histórico debe ser reconstruido conservando su originalidad y no permitir que se desplome para después querer lamentarlo de manera hipócrita.

¿A quién o a quienes le corresponde gestionar la recuperación del desdichado inmueble?

¿A la alcaldía Municipal?, ¿Al Ministerio de Cultura?, ¿A Patrimonio Cultural? O ¿a la Asociación de Limpiabotas?. Quien le corresponda que actúe y si hay que unirse, también que lo hagan ya.

Lo cierto es que es muy desalentador ver cuando las autoridades hacen “el caso del perro”, como se dice en el argot popular, echando por las espaldas los bienes de interés colectivo (Social, cultural, etc.)

Abrigamos la esperanza de que se tome en cuenta el interés público ya que a la vez que se habilita como un lugar histórico digno de ser visitado por los visitantes turísticos, elevaría la dignidad de los que hoy lo ocupan.