Por Félix Betances.
Satanás, Lucifer, el Diablo, Belcebú o como más pueda llamársele,
es una figura de esencia, ya sea espiritual o conceptual, que por lo que
enseñan los dogmas religiosos, se encuentra en todas partes en franca
competencia con Dios, llegándose a plantear (algunos), la hipótesis de que ya
alcanza mayores proporciones en términos de cantidad, aunque quizás, no de
calidad, entre los Seres humanos.
La diferencia entre Dios y el Diablo, según lo que se nos ha
transmitido como tesis, a través de los siglos, es que Dios es bueno y que
Satanás es malo, aunque ya hoy existen los argumentos satánicos, a los que
muchos llaman antítesis (La Iglesia de Satanás); por ejemplo.
Pero bien, lo que trae esta conversación, no es más que la situación
que hemos visto manifestarse en los últimos días, entre las principales
denominaciones religiosas de nuestro país (Iglesia Católica Vs. Iglesias Evangélicas),
en el aspecto de la política nacional, cosa que consideramos de altamente
peligrosa, para el pueblo dominicano en general.
Si bien es cierto que no hay puntos comunes, no es menos
cierto que es incorrecto a todas luces, el hecho de que las Iglesias, se desvíen
de su compromiso dogmático, para involucrarse en asuntos político-partidistas y
tratar de convertirse entonces en abanderados de posiciones políticas disímiles,
entre grupos antagónicos.
Hay que acentuar sin embargo, que es altamente peligroso el
hecho de ver las manifestaciones que acaban de hacer las referidas iglesias cuando
por un lado, el Pastor Ezequiel Molina, Ministro de un conjunto de
congregaciones religiosas, quien ha manifestado su simpatía en el sentido de la
posible continuidad den el poder del Presidente Danilo Medina, a través de una re
postulación presidencial; mientras que por otro lado, las manifestaciones tanto
del Cardenal de Santo Domingo, Mons. Francisco Ozoria Acosta, como de varios otros
sacerdotes en la exposición del Sermón de las 7 palabras, han manifestado un
claro mensaje en contra de las pretensiones reeleccionistas de los seguidores
del Presidente Medina.
El tema político debe ser tomado y abordado única y
exclusivamente por los políticos y no por las iglesias, a menos que éstas,
estén actuando de manera hipócrita y de espaldas a los miles de seguidores que
como feligreses, tienen en sus ruedos.
Las iglesias deben ocuparse de sus asuntos puramente
religiosos, dirigidos al aumento de la fe de los creyentes y a su conducción por
el mejor de los caminos y dejar a los políticos en sus afanes y en su mundo de hipocresías
e incoherencias que caracteriza a la mayoría de ellos.
Respétense, respeten al pueblo, respeten a sus seguidores (feligreses), pero sobre
todo, respeten a Dios, que sabe muy bien cobrar las cuentas a los que se
olvidan de él y lo traicionan.
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