Durante varias décadas, las estrategias de combate a la violencia de género se centraron en motivar las víctimas a denunciar los casos. Sin embargo, el lamentable feminicidio de Aníbel González, asesinada este sábado por su expareja Yasmil Oscar Fernández, años después de haber intentado matarla a puñaladas, demuestra que hoy día las medidas deben ir más allá de incentivar las denuncias y trabajar también la parte de mejorar la capacidad de respuesta.
“Parece que tú tienes que venir con una puñalada, tienen que traerte en una caja de muerto para que puedan actuar, parece que como no hay agresión física, simplemente me amenazó y me fui por temor a mi vida entonces aquí no hicieron nada. Él ahora me amenazó, yo tengo miedo de que él me mate, yo no estoy haciendo nada, lo mío solo es trabajar”, dijo.
Ese cuatro de septiembre, apenas 26 días antes de morir, siguió relatando el miedo que sentía de que su expareja la matara y que para evitar eso, además de ir a la Fiscalía, se había mudado, pero que él le había vendido todos sus trastes.
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