Casi 1,700 sacerdotes y otros miembros del clero sobre los que pesan señalamientos creíbles de abuso sexual infantil viven con poca o ninguna supervisión de las autoridades eclesiásticas o policiales, de acuerdo con una investigación de The Associated Press.
Décadas después de que la primera oleada de estos escándalos azotara diversas diócesis en Estados Unidos, algunos de estos curas, diáconos, monjes y personas laicas trabajan ahora como maestros de matemáticas en secundarias o como consejeros de víctimas de pederastia.
En el tiempo desde que salieron de la Iglesia, decenas han cometido delitos, como agresión sexual y posesión de pornografía infantil, según un análisis de la AP.
Un reciente intento de las diócesis católicas en Estados Unidos para dar a conocer los nombres de los miembros del clero a quienes consideran que enfrentan acusaciones creíbles puso de relieve el problema desafiante de cómo vigilar y rastrear a los sacerdotes que en una situación casi habitual nunca fueron acusados penalmente y que en muchos casos simplemente fueron expulsados de la Iglesia o la dejaron para vivir ahora viven como ciudadanos comunes y corrientes.
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