Por Félix Betances
Santo Domingo
Falleció en la mañana de este viernes la Presidente de la
Cruz Roja Dominicana y de El Caribe,
Dra. Ligia Leroux, quien se encontraba muy afectada por quebrantos en su salud.
La Dra. Leroux, con un amplio historial de servicios públicos
desde distintas áreas del ejercicio profesional y social, tenía cerca de 20
años dirigiendo los destinos de la Cruz Roja Dominicana, desde cuya posición,
logró realizar grandes cambios, que permitieron a dicha entidad, obtener
grandes reconocimientos nacionales e internacionales.
Su partida crea un gran vacío en la familia cruzrojista, ya que se trataba de una persona llana y sincera, que a todos trataba con cariño y sinceridad, compartiendo con todos un mensaje de paz y amor.
Veamos algunos datos biográficos:
La doctora Ligia Leroux, presidenta de la Cruz Roja
Dominicana, nació en una familia de médicos, especialistas en diferentes ramas
de la Medicina. Aunque su vocación inicial fue la de estudiar Derecho, el paso
del tiempo, poco a poco le fue confirmando que al llegar la hora de emprender
una carrera universitaria, esa sería la Medicina. En las aulas universitarias,
influenciada por los maestros que contribuyeron con su formación, sintió el
deseo de enseñar a otros lo que había aprendido.
Impartiendo
docencia en las aulas de la USAD pasó 37 años de su vida, un período que
considera uno de los más hermosos y provechosos de su existencia.
Hace 20
años llegó a la Cruz Roja Dominicana, donde afirma, ha trabajado con pasión y
dedicación, logrando alcanzar grandes cosas, y pretende continuar aportando a
superar lo alcanzado.
1. Familia sancarleña
Nací en
Santo Domingo en el barrio de San Carlos. Pertenezco a una familia sancarleña.
Mi nombre completo es Ligia Antonia Leroux Peguero de Ramírez.
Soy hija
de Andrés Julio Leroux Cabral y de Juana Pequero de Leroux. Mi infancia fue muy
feliz, éramos nueve hermanos: siete varones y dos hembras, yo soy la cuarta.
2. La madre Refugio
Cuando
era pequeña, era una niña apacible, eso siempre decían mis papás.
Estudié en el colegio de los Salesianos, con las monjas de María Auxiliadora.
Recuerdo varios maestros de forma especial. Una de ellos es la madre Refugio,
que era mejicana, y que vivió mucho los rigores de la orientación comunitaria.
Ella
trabajaba mucho a nivel de la juventud y los pobres. Ella me dio mucha
formación, nos orientaba mucho acerca de lo que era la cosmovisión universal,
aun estando nosotros muy jóvenes. Ahora es muy fácil verlo todo cerca, pero en
esa época no era así. Gracias a ella, supe que aunque estamos en una isla somos
parte de un mundo.
3. Una familia de médicos
Casi
todos nos orientamos a la Medicina, salvo uno de los muchachos, que estudió
Ingeniería Electromecánica y mi hermano que era reportero gráfico del periódico
Listín Diario, Napoleón Leroux, pero todo el grupo fue médico. Somos una
familia de médicos, y dio la casualidad de que Orlando se casó con una doctora
gineco-obstetra; Ernesto con una doctora internista, Nancy con un doctor
cirujano, es decir, una familia orientada a las ciencias de la salud. El primer
médico de la familia fue mi tío Octaviano Leroux, hermano de mi papá, y luego
Gregorio Peguero, hermano de mi mamá. Hay cosas que la sigues por tradición.
A mí, en
la primera etapa de mi vida, lo que me gustaba era el Derecho, pero mi papá no
le gustaba, así que me orienté por un área que me resultaba familiar y
cotidiana. No he tenido problemas por mi condición de mujer. No sé si eso es
porque me crié en una familia de hombres, porque cuando uno se cría en una
familia de hombres, le es más fácil interactuar con los hombres, ya uno sabe
más o menos cómo piensan.
4. Primer empleo
Mi
primer empleo fue en la UASD. Entré como profesora ayudante de Ciencias
Fisiológicas, de la facultad de Medicina y luego llegué a dirigir el Departamento
de Ciencias Fisiológicas. Fui profesora por 37 años. Conozco muchas
generaciones de médicos y cuando los veo me da mucha alegría, porque yo no era
una profesora estirada, yo interactuaba con todos mis estudiantes, los conocía
por sus nombres y sabía de dónde eran.
5. Fanática
He
tenido varias pasiones, porque soy muy apasionada. La primera, que yo era una
liceísta terrible, lloraba cuando perdía, pero cuando ganaba era insoportable.
Yo me crié en San Carlos, que era la cuna del Escogido, ¡imagínate! Cuando
ganaban iban a mi casa, tú sabes que en ese tiempo se usaba hacerle un
mortuorio al equipo que perdía, entonces iban con la caja de muerto y me la
dejaban en el frente de la casa. Eso sí que cuando ganaba el Licey..., una vez,
bajando la 16 de Agosto, que llega a los bomberos, mi papá, no sé cómo,
consiguió una sirena de la de los bomberos y la colocamos encima de mi casa. Yo
creo que puse al barrio loco. En un tiempo el Escogido tenía muchos peloteros
buenos, porque Ramfis, el hijo de Trujillo era escogidista, y el Licey no tenía
fondos, y nosotros salimos con unos macutos a recoger fondos para que el Licey
pudiera contratar peloteros buenos. Después, cuando fui a la universidad
comencé a conocer y a vincularme con la política, eso me venía un poco por
influencia de mi mamá, porque mi mamá tenía un tío que se había tenido que ir
al exilio y dejar a su familia, y eso le había afectado a mi mamá.
Mi papá
no era político, pero ellos sentían que el día que Trujillo dejara la
presidencia se produciría una reunión familiar. A uno le van naciendo
inquietudes. Cuando llegué a la universidad participé, primero en un grupo
estudiantil que luchaba por una universidad abierta y al alcance de todos, que
fue una de las cosas que más me motivó. Cuando me gradué, entonces formamos, ya
en el Movimiento Renovador, un Movimiento Universitario de Profesores, que se
llamaba MTU. De ese grupo, la primera presidenta fue Josefina Padilla. Nosotros
propugnábamos por un Colegio Universitario y estábamos opuestos al examen de
admisión como una obligación, preferíamos que fuera opcional.
6. Cero política
Yo
estaba en el PRD porque cuando me casé, mi marido era de los fundadores en el
país del PRD, pero aparte yo tenía una compañera que era familia de Juan Bosch
y a través de ella conocí el partido y me fui acercando, así llegué al PRD.
Allí conocí muchas personas y cultivé muchos afectos, que todavía conservo.
Tengo
una facultad fabulosa que me ha dado el Señor, y por la cual le doy muchas
gracias, y es que se me olvida lo malo de la gente y solo recuerdo lo bueno.
Pero yo no hablo de política.
7. Ejemplo de amor
Mis
padres tenían un matrimonio muy bien avenido. Cuando se casaron, mi madre era
muy joven, apenas tenía 15 años, y estuvieron juntos hasta que mi papá falleció
en 1978. Mi mamá falleció como 25 años más tarde. Siempre recuerdo el gran amor
que mi papá le tenía a mamá. Siempre nos quiso mucho, no le gustaba regañar y
cuando estábamos haciendo algo, él llamaba a mi mamá y le decía que vinera a
ver lo que estábamos haciendo, para que nos pusiera regla. Recuerdo un hecho
particular; y fue que mi papá estaba reuniendo un dinerito y nosotros estábamos
intrigados, haciendo muchísimas conjeturas. En esos días nos habíamos mudado de
San Carlos para una finquita que tenía mi papá en la parte que es conocida como
La Agustina y mi papá decidió hacer la casa allá. El caso es que él estaba
ahorrando y pensamos muchas cosas, que si iba a cambiar el carro, que si
compraría muebles nuevos, pero no era ni lo uno ni lo otro. Mi papá se apareció
el día de San Juan, que era el día del cumpleaños de mi mamá, con un pasaje
para que mi mamá se fuera a pasear y a conocer a Europa. Siempre recordamos
esos detalles. Mi papá era un hombre muy humano.
8. Presidenta de la Cruz Roja
Llegué
aquí en medio de una gran crisis, porque se estaba buscando a una persona que
armonizara. Vine por unos seis meses y ya llevo 14 años. Mi mayor éxito fue
haber logrado integrarlos a todos. No hubo desprendimiento porque todos se
quedaron. Todo el equipo se integró a trabajar. Cuando fui a otros países y vi
que tenían una Cruz Roja fuerte, grande, que podía ayudar a las personas, eso
despertó en mí el sueño de que los dominicanos pudiéramos contar con una Cruz
Roja fuerte, pero sobre todo apreciada y querida dentro y fuera del país. Hoy
podemos decir que hemos avanzado. Me siento satisfecha, pero espero poder
seguir haciendo más y mejores cosas. Para hacer una cosa tengo que creer en
ella, tiene que gustarme, y entonces me apasiono.
9. Momentos de dolor
Los
momentos más tristes de mi vida han estado relacionados a la pérdida de seres
queridos. Desde la primera persona que murió en mi familia, que fue mi abuelo,
por parte de mi papá, yo estaba muy pequeña, pero recuerdo la tristeza que
teníamos. Yo era muy pequeña, tenía como 10 ó 12 años, pero eso fue tan grande
que no se me olvida. Hasta sus hijos le decían “El abuelo”. Ese es un recuerdo
triste. Después siguieron la muerte de mi abuela y las que se van sucediendo a
lo largo de nuestras vidas. Otra muerte que me marcó mucho fue la muerte de mi
padre, porque él y yo éramos dos amigos. Él me enseñaba cómo eran sus negocios.
Hablábamos mucho.
10. Madre y esposa
Mi
esposo era abogado, era de Hato Mayor, su familia vivía en el campo, a siete
kilómetros de Hato Mayor, cerca de un río que se llamaba Cibao, que pasaba por
el patio de la casa. Él era hijo único. En esa época no había escuela normal en
Hato Mayor y tuvo que hacer la escuela normal en San Pedro de Macorís, y
después vino a la capital a estudiar Derecho. Él se llamaba Generoso Ramírez
Morales, nos conocimos cuando yo cumplí 15 años. Ese día, en mi casa me estaban
celebrando una fiestecita, algo sencillo porque en esos días había muerto un
familiar. Yo invité a una amiga a mi fiesta y él estaba de visita en la casa de
esa amiga, y ella, por no dejarlo solo en la casa, lo llevó a mi cumpleaños.
Ahí conversamos y comenzó a visitarme. Él era un poco mayor que yo, porque él
ya era abogado y yo estaba en la escuela normal. Después lo nombraron juez. De
esa relación nacieron dos hijos y dos nietas. Teníamos un matrimonio muy
bonito.
De las aulas de la UASD a la Cruz Roja
Nunca
pensé que yo podía dejar de dar clases, creía que me iba a morir con el
borrador en la mano. Un día, yo estaba en la universidad y vi varias de las
compañeras que estaban llenando contratos para que les asignaran horas de
clases. Me puse a mirar a las personas llenando contratos, yo era profesora
titular, y miré mi contrato y las horas de clases que yo tenía asignadas; y al
ver a las otras muchachas, que tenían sus hijos pequeños, y ya los míos estaban
grandes, pensé que ellas necesitaban trabajar más, y yo podía jubilarme, porque
ya me salía la pensión con el 100 por ciento de mi salario, no debía seguía
impartiendo hasta 25 horas a la semana, simplemente porque me gustaba dar
clases, que incluso muchas de ellas no me las pagaban; pero pensé que esas
muchachas necesitaban más que yo. Así que me paré y fui donde el director de la
unidad, en esa época el rector era Roberto Santana, y le pregunté que qué
necesitaba para jubilarme y él me explicó que ya yo era profesora titular, que
tenía 37 años trabajando, así es que me dijo: “usted se jubila en el momento
que usted quiera”. Le pregunté que dónde tenía que firmar y firmé. Así salí de
la universidad y llegué a la Cruz Roja. Amo la UASD. Yo salgo del trabajo un
día y paso por la universidad aunque sea para verla. Pero fue más fácil dejar
las aulas, porque al llega a la Cruz Roja comencé a involucrarme con varios
proyectos y a trabajar arduamente. Somos una institución de derecho privado, es
decir, separados del gobierno. En este momento contamos con 170 filiales, a
nivel nacional, muchas de las cuales funcionan en casas alquiladas. La Cruz
Roja recibe una subvención de cerca de tres millones de pesos.
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