Por Félix Betances
Llegar a General, es el norte de toda
persona que ingresa a los cuerpos castrenses o filas militares de cualquier país,
aunque es bien sabido que el jueguito a jugar en el caso, es muy parecido al de
los sorteos de quinielas de cualquier lotería. Es decir, que en cada sorteo
participan cien bolos y de los cuales, solo resultan premiados unos tres.
En esa clase de jugadas, es donde se
da la situación del generalato en nuestro país, donde en primer lugar, los
Generales, no son vistos como los principales centinelas de la salvaguarda de
la soberanía nacional, sino como una especie de protección o sobreprotección de
los presidentes y gobiernos, que en cada caso corresponde.
De ahí se desprende el hecho de que cada presidente cuando llega al poder, escoge y compone su cuerpo de generales, pensando primero en su protección como presidente y luego como garantía de la preservación de su gobierno, ante cualesquier posibilidad de disturbio que pudiera arrastrar hacia algún golpe de Estado; fantasma que aún vive en los pensamientos de muchos dominicanos, dada la fragilidad de nuestra democracia.
Rafael Leónidas Trujillo, mantuvo su régimen
de 31 años, con los generales de su conveniencia a quienes manejaba a su
antojo, con vejaciones e insultos, entre otras cosas.
Quizás en el manejo, hayan cambiado
algunas cosas, pero en la esencia, todo parece indicar que no.
Joaquín Balaguer gobernó 22 años con
sus generales, de igual forma lo hicieron Antonio Guzmán, Salvador Jorge
Blanco, Hipólito Mejía, Leonel Fernández, Danilo Medina y el caso de Luís
Abinader, quien acaba de posicionar a los suyos.
Todo parece indicar, que los
generales en este país, no responden a los requerimientos de la patria, sino a
intereses muy particulares y que por tanto, no le son confiables al gobierno
que entra y que en tal virtud, es obligatorio cambiarlos, cuando no, limitarlos
o dejarlos sin funciones de preponderancia.
Es esa sin lugar a dudas, una
herencia maldita del trujillismo, que a pesar de los años, no ha podido ser
superada y que en mucho demuestra el atraso en que todavía nos encontramos y
que tanto afecta la imagen del que a veces, con tanto orgullo llamamos “PAIS”.
Aspiramos a que algún día este “cáncer”,
pueda ser superado y que los mandos militares se consoliden como legítimos
defensores, no de presidentes, sino de la soberanía del pueblo dominicano.
0 Comentarios