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Danilo hunde al PLD: actitud egoísta e irresponsable (OPINION)

 

Si el expresidente Danilo Medina dividió y sacó del poder al PLD que fundara Juan Bosch, no debió hacerle el daño mayor de arrastrarlo a hacerle compañía en el descredito que acumulara su gobierno y ponerle más lejos la posibilidad de algún día recuperarse y ser opción, al tomarlo como refugio en procura de que el brazo acusador de la justicia no lo alcance.

A todas luces, una actitud egoísta e irresponsable, ya no solo de quien desde el principal puesto público se puso de espaldas a la ética y a las reglas democráticas, sino de una cúpula partidaria que le acompaño en tratativas políticas perversas y prácticas de corte faraónico que perjudicaban de la unidad y el futuro de la organización, que debió ser preservada del salpique de actos de corrupción de los que el Ministerio Público dice tener pruebas documentadas y testimoniales por montones.

Comprometer a toda una organización política en actos de corrupción en los que se señala a funcionarios, familiares o allegados del anterior jefe de gobierno – y más si se quiere defender la premisa constitucional de que los actos y responsabilidades son personales-, es una jugada política que podría derivar en una aventura peligrosa.

  1. Errático desde la primera salida – no a la calle, sino a actos cerrados, donde solo están los que aplauden y le celebran lo que diga o se le ocurra (¿) -, Medina dijo que a él “nadie lo avergüenza” (¿?). Lo cierto es que ,desde mucho antes de que su nombre se mencionara unas 90 veces (por “acciones u omisiones”) en la acusación formal  del Ministerio Público a los encartados en el caso “Anti pulpo”, lo que ha salido y lo que reflejan las investigaciones sobre escandalosos actos, acciones y transacciones de hermanos y funcionarios del exgobernante, es para sentir más que vergüenza, pena y tristeza, porque desdice, del cielo a la tierra, el discurso esperanzador de campaña que una mayoría incauta le compro al candidato.

¡Qué engaño, qué fiasco! (Creo firmemente que el expresidente don Antonio Guzmán no se suicidó por temer a una retaliación de Salvador, sino por valiente y serio, además de determinada vergüenza ajena). Mas reciente, el vocero Gustavo Sánchez dice antes de retirarse el bloque morado en la Cámara de Diputados que “al PLD no lo acorralan”, y que con la mención de Medina en el expediente “se quiere judicializar la política”.

A la torpeza morada se suma la ceguera, porque, primero, no es que “al PLD no lo acorralan”, sino que esta acorralado, y muy cuestionado, por faltas sobre las que no expresa arrepentimiento ni ha pedido disculpas públicas. Y, segundo, esta vez no es la política lo que se “judicializa”, sino la corrupción y la impunidad, por lo que una mayoría voto en las pasadas elecciones y sigue siendo reclamo firme de una sociedad que espera resultados.

Con impedimento, cuestionado y responsable directo de lo que pasó, Danilo no debió presidir el PLD, para preservarlo de daños adicionales que le impidan recomponerse. Y hace mal también el PLD y su cuestionada cúpula – no la base, que no es consultada ni pinta nada (¿)-, al intentar defender a los acusados sobre la base de atacar y querer desacreditar al Ministerio Público, que lo que está haciendo es desempeñar el rol que le corresponde en la estructura del Estado.

Para eso está, y en eso están los procuradores, con manos libres para actuar, solo con la premisa de que deben observar la presunción de inocencia, que es constitucional, y los procedimientos.

A partir de ahí, ese juego del PLD de defenderse atacando o amenazando con carabinas vacías, es temerario y se puede interpretar como una obstrucción clara a la institucionalidad, que, en amplia democracia, a un partido político no le luce ni le conviene.

Por demás, son las propias palabras de Danilo Medina en su discurso de campaña las que lo incriminan y justifican el accionar del Ministerio Público actual. Por ejemplo, cuando dijo que: “Hay que ser implacable, tiene que haber sanciones drásticas para los que se corrompen; la sociedad debe asimilar y dejar en abandono a los que se señalan que se han corrompido, y dejarse del cuento de que cuando a alguien se le persigue por un acto de corrupción, el partido del que nació quiere politizar el acto de combate al crimen.

Esos ciudadanos no merecen el respaldo ni el respeto de su propio partido, porque ellos traicionaron la confianza y de defraudaron a su organización, y al presidente que los nombro las posiciones. Aquí no hay porqué defender a una persona que el rumor público acusa y que se le puede hacer un expediente sustentable ante la justicia (….)”.

No más palabras, aunque hubo muchas más de Danilo, que ya en el poder rodaron por el suelo (¿). Hoy, mas que de recuerdo, sirven de espejo al autor para mirar la triste realidad ante su falta (¿).

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