Por Félix Betances
La Asociación Dominicana de Profesores (ADP) a raíz del
llamado a clases o reinicio de clases en la continuidad del año lectivo
2021-2022, ha adoptado una posición de cierre en lo concerniente a retornar
presencialmente a las aulas.
Los motivos de dicha reticencia son obvios, dado el alto
nivel de contagios del covid-19, que las propias autoridades de salud han
venido reportando día tras día.
Sin embargo, esto no es razón suficiente para dejar de impartir la docencia presencial ya que según alegan las autoridades e instituciones diversas, es el único sector de la vida social que mantiene cerradas las puertas dado que todos los demás sectores están en normal funcionamiento.
Por su lado, la ADP alega entre otras cosas, el contagio de más
de diez mil maestros en todo el país cosa que es minimizada por las fuerzas que
han unido sus voces para reclamar y hasta amenazar si se quiere, al sector
magisterial.
Es cierto que la ADP ha perdido cierto nivel de apoyo en la población,
debido precisamente a la forma en que casi siempre ha manejado sus luchas
reivindicativas aunque se sabe que la ADP no defiende al estudiantado ni a sus
intereses y solo se limita a la defensa y protección del maestro y punto.
En la actualidad y muy a pesar de la realidad que se vive con
los altos contagios de la pandemia, a la ADP no le queda otra opción que no sea
la de rectificar y retornar a clases ya que deben ver las cosas con claridad y precisión.
Todo parece indicar que ha habido una correlación de fuerzas tácticas
en contra del ausentismo profesoral y vemos que instituciones como el CMD, la
FINJUS, la Federación Dominicana de Padres y Amigos de la Escuela APMAES entre
otras, se unen a la posición del MINERD, en contra de la ADP y con la vista
puesta solo en el regreso a los planteles.
A la ADP no le queda otro camino que no sea regresar a clases
presenciales, pase lo que pase y muy a pesar de que las universidades mantienen
su disposición de impartir clases virtuales y en muy pocos casos semi
presenciales.
Cuando no hay fuerzas, se pierde la razón.
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