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Niños de tres años a la escuela pública, una pretensión ilusoria.

 



Por Félix Betances

Según lo manifestó el señor Presidente de la República Lic. Luis Rodolfo Abinader Corona en su periplo por Santiago de los Caballeros de tres días, la escuela pública dominicana, recibirá los niños a partir de los tres años de edad, para lo cual se propone hacer un primer recibimiento al inicio del venidero año escolar que habría de iniciarse a finales del próximo mes de septiembre.

Decir que esto no suena bonito, es mentirse a sí mismo pero, de sonar bonito a ser bonito, hay una gran diferencia ya que lo malo del “pedo”(peo), no es el sonido sino…

Es muy bien sabido por todos, que la escuela pública dominicana, no está apta para recibir y dar respuesta efectiva, ni siquiera a los alumnos que tradicionalmente recibe (6 a 7 años) y no es porque se quiera ser antipático con la medida anunciada, sino porque hace falta la conjugación de varios elementos con miras hacia un sector que es tan especial como el de ese delicado segmento de la  población.

La escuela para recibir niños en esas edades, tiene que ser una escuela especializada y preparada adecuadamente con los elementos indispensables para satisfacer las mínimas exigencias de esos infantes, pero no tan solo la escuela en el aspecto físico tiene que ser transformada, también hay que contar con la preparación y adecuación del maestro tradicional con que contamos.

La escuela dominicana cuenta con maestros y maestras muy bien preparados y cuenta también con maestros y maestras no tanto y por eso las quejas, por las medidas de resultados de evaluaciones internacionales, que sitúan el país en lugares poco satisfactorios.

Hay que agregar a eso, la falta de apoyo logístico que tantos dolores de cabeza causan cada año escolar (libros, uniformes, entre otros)

Hay que formar o reformar al maestro dominicano, para adecuarlo al tipo de enseñanza y de compromiso que se tiene que asumir, ante una educación especial, para lo que no está preparado, ni elementalmente.

Hasta ahora, a pesar de que se inician algunos cambios, nuestro maestro es especialista en el uso de instrumentos y métodos tradicionales (Borrante, pizarra, etc.) ninguno de los cuales utilizaría en su nueva faena.

Sin embargo, necesita revestirse de una estructura especial para poder lidiar con ese mundo altamente sensible y exigente, aplicando sus habilidades, la sicología, la paciencia, la prudencia y  la sensibilidad paternal sobre todo.

Todo esto para poder entenderlo y asumirlo como debe ser, necesita tiempo; no dos ni tres ni cinco años, necesita más tiempo en el que se puedan atar todos los cabos, pues pensar que todo este cambio puede lograrse con solo disponer que se haga, es a todas luces, simplemente “ilusorio” y las ilusiones cuando no dan los frutos esperados, se convierten en simples frustraciones.

¡Ojalá y ojalá!.

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