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Inentendible desvarío del gobierno en el aspecto educación.

 Por Félix Betances


Como se dice en el leguaje popular, de un tiempo a esta parte, se ha venido notando un comportamiento que a decir verdad, a muchos dominicanos les ha parecido un poco raro, pero más que raro, muy preocupante.

Es como si en el tema educativo, se hubiera perdido el norte y entonces se estuviera apostando a la mejor suerte para llevar la nave a buen destino.

Aquí sea dicho de todo, se ha hecho de todo y no se sabe a ciencia cierta, a donde vaya a parar esto; parafraseando al rapero aquel.

No es posible entender, cómo se ha manejado el presupuesto del Ministerio en el uso del famoso cuatro por ciento, donde se ha dilapidado centenares de millones de pesos.

No es posible entender, cómo es que hoy no hay aulas disponibles y suficientes para dar respuesta a los niños dominicanos, llegando al extremo de que las autoridades salgan con el chiste de muy mal gusto, de que el gobierno pagaría las inscripciones en colegios privados, a los que no puedan ser inscritos en la escuela pública.

Cabe preguntarse ¿se resuelve el problema con la sola inscripción; y lo demás; o es que somos locos?.

Hace poco, vimos al gobierno proponiendo sacar dinero de Educación para destinarlo a otras instituciones, cosa esta que se cayó por descabellada y por la oposición de diversos sectores sociales; ahora como si nada significara, recibimos la pretensión del año, que viéndolo con tranquilidad, es como si se quisiera desviar parte de la educación pública, hacia el sector privado.

Es de suponer, que la cantidad de escuelas que se “construyeron” en el gobierno anterior, muchas de las cuales no llegaron a concluirse, fuese suficiente para satisfacer las necesidades actuales y que lo que pudiera faltar para su adecuación, pudiera resolverse con el uso del dinero que supuestamente sobra en el ministerio.

Se había hablado de alquilar locales y adecuar otros, cosa que debió aprovecharse para nombrar a cientos de maestros que están preparados y que deambulan por las calles sin ninguna esperanza, después de haberse sacrificado.

En consecuencia y a juzgar por los acontecimientos, todo parece indicar que no sabemos en qué pié estamos parados y  solo nos resta esperar a que este gobierno entienda, que los pasos en falso tarde o temprano, cuestan muy caros.

 

 

 

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