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La compra y venta de políticos y la frase de Balaguer

 



Por Félix Betances.

La República Dominicana ha sido a través de la historia, un gran productor de políticos; una especie que sin ser manufacturada ni procesada, ha resultado sin lugar a dudas, en cantidades industriales aunque con una calidad, que solo ha respondido a los mejores intereses de los mismos, con sus manejos circunstanciales.

La suerte de los dominicanos no ha sido de las mejores, debido a que más del 90 por ciento de esos llamados “políticos”, no han sido producto de formación académica en materia de ciencias políticas, sino fruto del fragor de haberse hecho políticos, siguiendo o apoyando a otros vivos que han  tenido un ojo, en una ciudad de ciegos.

Las consecuencias se han pagado con creces y no se vislumbran cambios favorables en un futuro inmediato ya que solo tenemos más lo mismo confirmado esto, con la triste compra y venta que se vive cada cuatro años en época de elecciones.

“La compra y venta” en muchos casos por centavos, como si se tratara de trapos viejos de las pulgas o de los llamados (Abájate), es algo que siempre ha estado presente en la política dominicana, acentuado con mayor profusión, en los gobiernos de Balaguer y heredado como un mal ejemplo por los demás que nos han gobernado cuyo primer lugar le corresponde a Leonel Fernández.

Por lo visto, las denuncias de esta comercialización, no le queda bien a ninguno de los que en su momento han practicado esa deleznable actividad; sin distinción.

Fue sustentado en esa amarga realidad, que el expresidente Joaquín Balaguer pronunció una frase que se hizo famosa cuando dijo: “el que está en el poder, pierde si quiere”.

Sin embargo, la arenga de Balaguer, fue interpretada a conveniencia de los politiqueros de entonces, haciendo creer que él habría dicho, que el que está en el poder, no pierde.

Con mucha claridad se ha vivido la experiencia de que, el que está en el poder sí puede perder como muchos ya lo han hecho y es precisamente, cuando cometen las malas acciones que se les convierten en sus peores enemigas.

En los gobiernos al igual que en la construcción, los andamios mal construidos, siempre correrán el riesgo de venirse abajo, por altos que se encuentren..

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