Por Félix Betances
Los problemas de la escuela dominicana son múltiples por lo
que habría que disponer de mucho espacio y tiempo para poder desglosarlos. En
tal sentido, nos limitaremos a enfocar solo algunos.
Pudiera decirse que la escuela dominicana evolucionó a partir
de la aprobación de leyes y reglamentos que cambiaron la dirección que antes se
seguía, sin embargo, a juzgar por la realidad que se vive, todo parece indicar
que esos cambios en su mayoría, lo que han hecho es propiciar la pérdida de los
controles internos que eran indispensables, para el desarrollo y preservación de
las buenas costumbres de la sociedad.
Sin lugar a dudas, se sobredimensionó el establecimiento de los derechos de niños, niñas y adolescentes ya que esta “Carta”, destaca una especie de poder omnipotente para ellos, mientras que en ningún momento, establece los deberes a que están conminados a cumplir y que deben observar indispensablemente.
Hay un desequilibrio que ha permitido un gobierno individual
que ha impedido que padres, madres, tutores y maestros, puedan ejercer el
debido control. Lamentablemente, todo anda manga por hombro como lo reza el
refranero popular.
Cuando se ve el irrespeto de alumnos a maestros y viceversa,
el uso de elementos nocivos y peligrosos (hookas, drogas, armas de distintas
denominaciones, etc.) dentro de las escuelas y la agresividad de adolescentes
que a temprana edad son indomables, no es de extrañar las manifestaciones de
violencia y los espeluznantes números que publica como estadísticas el propio
Ministerio de Educación.
Los responsables de este descalabro, son la familia, la
escuela y la sociedad en general.
En relación con los embarazos cabe preguntarse: ¿Se producen
esos embarazos y violaciones dentro de los recintos escolares o simplemente se
declaran allí, aunque se produzcan fuera?. ¿Ha investigado el Ministerio esa situación?.
Sería bueno saber; porque de producirse dentro de las escuelas, pudiera
tenerse la percepción de que éstas se estarían convirtiendo en simples prostíbulos,
pero si no se producen en los recintos, entonces aunque el resultado negativo
sea el mismo, ésta no sería una responsabilidad exclusiva de la escuela sino de
la familia, la cual debe a partir de ahí, procurar tener control a través de un
estricto seguimiento, de adonde van, qué hacen y en qué ambientes se mueven los
hijos, en los horarios en que no están en las escuelas. Aunque hay padres y
madres que sí lo saben aunque se hacen los chivos locos, lamentablemente.
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