Por: Félix Betances.
Una de las etapas más delicadas para la llegada de un recién nacido
es sin lugar a dudas, la que abarca desde la semana anterior al nacimiento,
hasta la semana posterior al mismo, que es la conocida como el perinato y que
es donde se pueden presentar los mayores riesgos para cualquier criatura, pero también
la etapa en la que se consolida la salubridad y estatus de “puerperio”, del recién
nacido.
Si aplicamos esto al gobierno que recién inicia y que como
segundo mandato dirige el Presidente Abinader, podríamos estar aprendiendo a
leer como dijo un Guardia en la Era de Trujillo: “La Guaidia lee comoquiera” ¡JN!.
No hay que ser un Genio, para ver que no es saludable para una gestión que recién inicia, tener que enfrentar la maledicencia de todo un pueblo desesperado, ante los constantes y prolongados apagones en una etapa crítica de calor y que cuando esperaba unas palabras de consuelo, lo que recibe de quien dirige tan medular institución, es la afirmación de que “no habrá solución a corto ni mediano plazo”; con alegatos no muy creíbles. Es como dicen los abogados: ¡No más preguntas señor Magistrado!.
Por otro lado, una situación no menos gravosa como es la
deficiencia del sistema educativo dominicano, el cual ha dejado ver el refajo
muy por encima de las rodillas, mostrando total incapacidad para la recepción de
los niños dominicanos, donde centenares de padres no han podido inscribir a sus
hijos para el presente año escolar, por la falta de aulas y de maestros;
llegando al extremo de que el Ministro de Educación, acaba de ofertar la pírrica
suma de 500 pesos, para que los citados padres, busquen inscripciones en
Colegios privados. ¿Suena risible verdad?. ¿Acaso estarían los colegios
esperando las sobras de la educación pública para operar?. A todas luces, este
es un fracaso nunca antes visto y que deja muy mal parada la gestión gubernamental,
especialmente para un gobierno que acaba de agotar un periodo de 4 años
aparentemente sin ninguna previsión en ese sentido.
Para nada vamos a mencionar el alto costo de la canasta
familiar y la incapacidad adquisitiva del pueblo llano, comenzando por los servidores
públicos y los jubilados y pensionados; todos abandonados a su suerte.
Solo nos resta decir en cada amanecer: ¡DIOS MIO; TU ERES EL
QUE SABE!:
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