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Un año escolar entre nubarrones y borrascas es el que se avecina para Barahona. OPINION.

 

Un año escolar entre nubarrones y borrascas es el que se avecina para Barahona. OPINION.


 Por la Redacción:

A menos de dos meses del inicio oficial del año escolar 2025-2026, pautado para el 25 de agosto, el panorama educativo en Barahona se vislumbra sombrío, incierto y, sobre todo, alarmante. Las declaraciones del presidente municipal de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), Miguel Ángel Féliz, no son simples advertencias; son un grito de auxilio que refleja una crisis estructural arrastrada durante años y ahora al borde del colapso.

El problema no es nuevo, pero se agrava con el paso del tiempo: aulas insuficientes, centros en ruinas, falta de mantenimiento, y una respuesta oficial que oscila entre la indiferencia y la improvisación. Según Féliz, ni una sola aula nueva ha sido construida en Barahona en el último año, y en algunos centros como la Escuela Básica “Dominga Shanlatte” o la “Casandra Damirón”, las condiciones son simplemente indignas.

Más de tres mil estudiantes estarían en riesgo de quedar fuera del sistema educativo por falta de cupo.

En sectores como Palmarito, se habla de al menos 150 niños sin espacio en las escuelas. Y ante esta realidad, la respuesta que se percibe desde el Ministerio de Educación (Minerd) no apunta a soluciones estructurales, sino a parches como el hacinamiento de alumnos en aulas ya saturadas, lo cual, como bien señala Féliz, es “antipedagógico” y contraproducente para cualquier intento serio de elevar la calidad educativa.

El problema no es solo de infraestructura, sino también de sensibilidad institucional. La falta de inversión y planificación deja a las comunidades en el abandono, obligando incluso a los propios padres a tomar medidas drásticas, como el cierre de escuelas ante el temor por la seguridad de sus hijos. En La Guázara, por ejemplo, la docencia fue interrumpida tras el desplome del techo de la Escuela Básica “Fidelina Pérez”. Esto no es una anécdota aislada, sino la punta de un iceberg.

Féliz hace un llamado directo y urgente al ministro de Educación, Miguel De Camps, así como a las autoridades regionales y distritales, para que se tomen acciones concretas antes de que sea demasiado tarde. La educación no puede seguir siendo una promesa vacía ni un titular de campaña. Si bien el actual ministro tiene poco tiempo en el cargo, la población espera hechos, no excusas. El margen de tolerancia es cada vez más estrecho, y la posibilidad de protestas masivas no puede descartarse si la situación no mejora de forma tangible.

El futuro de miles de estudiantes no puede quedar atrapado en trámites burocráticos ni en la indolencia de las autoridades. Barahona, como muchas otras provincias del país, merece escuelas seguras, dignas y funcionales. La educación no puede seguir siendo víctima del olvido, porque, al final, no se trata solo de aulas: se trata de futuro.


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