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CANCHA MARINO G. MATOS: "De la indiferencia al protagonismo, el oportunismo y los carroñeros tras el nuevo bajo techo de Barahona"

 

 

CANCHA MARINO G. MATOS: "De la indiferencia al protagonismo, el oportunismo y los carroñeros  tras el nuevo bajo techo de Barahona"

Por Félix Betances.   OPINION.


El reciente anuncio del presidente de la República, Luis Abinader, sobre la aprobación de los planos y la asignación de fondos para la construcción de un moderno pabellón deportivo en la histórica cancha Marino G. Matos de Barahona, marca un antes y un después en la infraestructura deportiva de la región sur. La obra, que contempla un bajo techo mixto para baloncesto y voleibol, no solo responde a una necesidad largamente postergada, sino que también refleja la capacidad de gestión de actores comunitarios que han insistido durante años en su importancia.

En este contexto, es fundamental destacar que esta iniciativa no surgió de la nada, ni por generación espontánea. Fue el resultado de una solicitud formal realizada por los directivos del Club Rotario de Barahona, encabezados por Francisco Vargas (Pachico), y canalizada con el respaldo político local del Partido Revolucionario Moderno (PRM) durante la reciente visita del mandatario a la provincia. Es decir, fue un esfuerzo articulado entre sociedad civil y liderazgo local, que finalmente encontró eco en la voluntad presidencial.

Sin embargo, lo que resulta preocupante y hasta indignante es la súbita aparición de ciertos personajes que, durante años, se mantuvieron indiferentes ante el estado de carencia y abandono de esta instalación deportiva y que hoy, con la obra ya en marcha, intentan posicionarse como protagonistas del proceso. Este tipo de oportunismo político, que podemos calificar sin temor como carroñero, desvirtúa el verdadero origen y sentido de la iniciativa.

No es la primera vez que se observa este fenómeno: figuras que en su momento guardaron silencio, que no movieron un dedo por mejorar las condiciones del deporte local, ahora buscan rédito político o social al posar para las cámaras, publicar en redes o inflar discursos donde se presentan como gestores, cuando en realidad brillaron por su ausencia cuando más se les necesitaba.

Este tipo de comportamiento no solo es éticamente cuestionable, sino que también perpetúa una cultura política donde la apariencia pesa más que la acción, y donde el verdadero trabajo comunitario es invisibilizado por el afán de figurar.

La construcción de este bajo techo mixto debe ser reconocida como un logro de la ciudadanía activa, de las organizaciones comprometidas con el desarrollo de Barahona, y del liderazgo político que supo escuchar y canalizar esa demanda. Es justo y necesario recordar que no todos los que hoy se acercan al proyecto fueron parte de su gestación. Y en tiempos donde la verdad suele ser manipulada para beneficio personal, es responsabilidad de todos hacer memoria y dar el crédito a quien realmente lo merece.

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