El Organismo Coordinador del Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (OC-SENI) aseguró haber concluido “de manera oportuna” el informe técnico sobre el apagón nacional del 11 de noviembre, un evento que dejó sin electricidad a todo el país y que, según el documento, se originó en una desconexión manual indebida en la subestación de 138 kV de San Pedro de Macorís I.
La explicación, aunque revestida de tecnicismos, deja
abiertas más dudas que certezas, sobre todo si se considera que un análisis
técnico básico de este tipo suele tomar entre tres y cinco días, no dos semanas
completas.
Una cadena de eventos… ¿realmente tan compleja?
El informe señala que la incidencia se generó a partir de una
línea desconectada manualmente mientras aún estaba energizada, lo que provocó
un cortocircuito de alta intensidad que disparó los sistemas de protección,
seguido de una desconexión en cascada de líneas cercanas.
Hasta aquí, la narrativa es relativamente sencilla y
coherente con incidentes típicos en sistemas eléctricos interconectados. Sin
embargo, lo que llama la atención es que un diagnóstico basado en registros
automáticos del SENI —que graban cada milisegundo del comportamiento del
sistema— requiriera de 15 días de análisis.
La pregunta inevitable es:
¿Qué tan compleja puede ser la identificación de una
desconexión manual indebida en una sola subestación?
Los sistemas modernos de registro de eventos, oscilografías y
protecciones permiten reconstruir una secuencia de fallas en cuestión de horas.
Incluso en fallas más graves, el procesamiento de datos raramente supera una
semana.
El énfasis en lo evidente, la omisión en lo crucial
El informe insiste en elementos reiterativos: la reacción en
cascada, el aislamiento de líneas, el desbalance entre oferta y demanda, el
disparo automático de las plantas, la falta de reserva fría y la caída abrupta
de la frecuencia.
Todo ello es técnicamente válido, pero también esperable en
un sistema que pierde súbitamente 575 MW de generación del Este.
Lo que no se detalla —o se menciona solo superficialmente— es quizás lo más importante:
¿Por qué había una línea en proceso de desconexión manual sin los protocolos adecuados?
¿Qué falló en la supervisión en tiempo real del SENI, responsabilidad explícita del OC-SENI?
¿Por qué los circuitos EDAC no estaban completamente repuestos en un sistema que ya se consideraba estable?
¿Qué explica la falta de reserva fría sincronizada, un requisito básico para la seguridad operativa?
Estas son preguntas cuya respuesta sería más relevante para
el país que la descripción técnica de una cascada protectiva que, en
condiciones normales, debía evitar precisamente un apagón total.
¿Se investigó el origen o solo las consecuencias?
El documento resalta la secuencia del evento y promete
recomendaciones, pero no profundiza en la raíz organizacional y procedimental
del problema.
Si la falla se originó en una acción manual inadecuada, entonces:
¿Hubo negligencia?
¿Falla de coordinación?
¿Déficit de capacitación?
¿Un protocolo mal diseñado?
O bien, lo que preocupa aún más:
¿Se está evitando discutir responsabilidades directas?
Un informe técnico completo debería dedicar la mayor parte de
su contenido no a describir lo que ya se sabe —el sistema colapsó— sino a
identificar con claridad por qué ocurrió algo que el propio OC afirma estar
obligado a evitar.
El tiempo del informe: ¿exhaustividad o dilación?
La insistencia del OC-SENI en que el informe se entregó “de
manera oportuna” resulta llamativa.
Quince días puede parecer poco para la opinión pública, pero
en términos técnicos es un plazo largo para un evento cuyo origen fue, según el
propio informe, inmediatamente identificable: una desconexión manual indebida
que produjo un cortocircuito.
Expertos en sistemas eléctricos suelen cerrar análisis
preliminares en 24 a 72 horas, y los informes finales rara vez superan la
semana, salvo en casos extraordinarios que involucren fallas múltiples,
sabotaje, errores de diseño o eventos meteorológicos severos.
Nada de eso aparece en la narrativa oficial.
Esta discrepancia entre la simplicidad técnica de la causa y
la extensión temporal de la investigación abre una brecha razonable para la
duda pública.
Conclusión: un informe que explica, pero no aclara
El OC-SENI cumplió con presentar un informe. Eso es
innegable.
Lo cuestionable es si el documento aclara realmente lo
sucedido o si se limita a recapitular los efectos de una falla inicial cuya
explicación sigue siendo sorprendentemente superficial.
El país tiene derecho a conocer no solo cómo colapsó el
sistema, sino por qué se produjo la condición inicial que lo permitió y por qué
el organismo encargado no evitó que se propagara.
Hasta que esas interrogantes no se respondan con la misma
precisión con la que se describen las curvas de frecuencia, la sensación
persistirá:



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