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Una Plaga que castiga la escuela dominicana.



Por Félix Betances.

Los que hemos vivido por cuatro décadas o más, al igual que los que han tenido la oportunidad de leer por lo menos parte de la historia dominicana, sabemos muy bien que en nuestro país, siempre han existido plagas y enfermedades; unas endémicas es decir, propias de las condiciones imperantes y que persisten o reaparecen con cierta periodicidad y otras que llegan de tiempo en tiempo, transportadas desde otras latitudes (países).

Nuestro país ha padecido de enfermedades tales como: la buba, el sarampión, la Viruela, el espasmo, la piquiña o Saranana. la varicela, la raquiña o (rasquiña) entre otras y de plagas como: el piojo, la nigua, el carángano (carángana) y la pulga.

Es bueno decir que todas estas plagas y enfermedades fueron erradicadas o por lo menos limitadas al máximo, en los últimos años de la tiranía trujillista, aunque algunas resurgieron tiempo después. Por ejemplo el caso de los piojos, que nunca han abandonado al dulce pueblo dominicano, en el año 1973, época en que atacaron con gran furia, fueron objeto de dos merengues titulados “Los Piojos”, el primero ejecutado por el maestro Dionisio Mejía (guandulito) y el otro, por el Combo Show de Johnny Ventura, ambos con letras diferentes.

Pero bien, las escuelas dominicanas, están llenas de piojos (pediculus humanus capitis) y lo más preocupante es, que el caso  se les ha ido de las manos a quienes tienen que ver con la situación, donde ya el insecto, liendres y huevos, han alcanzado las cabezas no tan solo de alumnos sino hasta de algunas maestras y maestros.

El caso más reciente es el de Padre Las Casas de Azua, donde la dirección de una escuela, ha decidido despachar a sus casas a los niños, mientras tengan piojos, cosa esta que aunque por un lado pudiera ser razonable, por el otro, hay que ver lo que significa privar de recibir el pan de la enseñanza, a niños que en verdad no tienen la culpa de esa desgracia.

Entendemos que la situación es bastante grave y que hay que enfrentarla, sin embargo, creemos que la solución tiene que buscarse en conjunto, es decir: “escuela-familia”, donde se defina claramente cuál será el papel que jugará, tanto la escuela (Ministerio) como la familia, pero con carácter de urgencia, no tomando esto como si fuera una simple chercha.

Hay que entender los bajos índices de calidad que afectan a la escuela dominicana en su conjunto, según las mediciones nacionales e internacionales y en consecuencia, tener el cuidado de que esto no se agrave.

Elevamos un llamado al Ministro de Educación Arquitecto Andrés Navarro, para que tome cartas en el asunto y enfrente la situación, con el carácter que amerita y a la mayor brevedad posible; valga repetir, que no es un problema aislado sino que se manifiesta en casi todo el país.




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