Por Félix Betances.
Los hechos ocurridos en los últimos meses en el país en los
que se han visto envueltos militares dominicanos con nacionales haitianos en
distintos puntos de la República Dominicana, deben mover a una seria reflexión por
parte de las autoridades, al igual que de una gran parte de dominicanos, y
cuando decimos a una gran parte, es porque no es un secreto para nadie, que
existen malos dominicanos; son aquellos que sacan beneficios de esos
acontecimientos, muchos de los cuales reciben prebendas en dólares y euros, vendiendo
así su dignidad.
Hechos como los ocurridos en Dajabón, Elías Piña, Pedernales,
Santiago y Santo Domingo, por solo mencionar algunos lugares, demuestran que
estamos ante una generación de haitianos que pretende armarse del derecho de circulación
y de acción ilimitadas en el territorio nacional, desconociendo la autoridad y
los derechos de defensa estatal que la Constitución y las leyes consagran al
pueblo dominicano.
Aquí hay quienes todo lo critican, pero que no se detienen a
analizar cuál es la situación actual y hasta donde nos pretenden llevar estas
acciones, que no son fortuitas, sino premeditadas con mucha inteligencia de
parte de aquellos a quienes no les importa un comino, el futuro de la Patria de
Duarte.
Se debe poner atención a este caso de manera especial, ya que
el tiempo es implacable y los acontecimientos provocan a veces situaciones que
en un principio se toman como un simple juego y que en ocasiones dejan finales
muy lamentables, creando a la vez, un estado de cosas que quisieran evitarse,
cuando ya es demasiado tarde.
Aquí no se trata de racismo, no se trata de xenofobia ni de animadversión
contra nadie; se trata de una realidad “inocultable”, la cual tenemos ya dentro
de la casa, a la cual nuestras autoridades están en la obligación de buscar una
solución, sin respuestas de paño tibio.
¡Ojo con esto, PUEBLO DOMINICANO!.
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