Por Félix Betances
Se puede explicar en pocas palabras a qué se debe el colosal
robo cometido con “las tarjetas de los pobres”, como se les llama popularmente,
cuyo monto aún no ha sido precisado por las autoridades, aunque han admitido
que ronda alrededor de los cien millones de pesos.
Esto se debe pura y simplemente, a la falta de consecuencias,
ante un gobierno al que nadie le teme, a pesar de sus constantes amenazas y advertencias
en el sentido de que el que robe, será apresado.
Pues es harto conocido, que hace más de un año, se detectaron robos similares en cuyos casos fueron detenidas varias personas con pruebas contundentes y que en cuestión de unos días, fueron liberadas, sin que se les aplicara ninguna consecuencia.
Eso permitió sin lugar a dudas, que ahora se multiplicaran
las acciones delictivas, en perjuicio de los indigentes de este país, como si
dijesen: “a lo que poco nos cuesta, hagámosle fiesta”; como dice el refrán
popular.
Lamentablemente hay que decir que a las amenazas del
Presidente Abinader, nadie le hace caso, como si entendieran que “el perro que
ladra no muerde”.
Aquí se ha perdido la fe y cuando se pierde la fe, el respeto
no hay donde ni para qué buscarlo.
Basta con ver a centenares de personas arropadas de necesidades, haciendo largas filas en busca de respuesta que todo parece indicar, nadie quiere darles ante una situación que las autoridades correspondientes, han manejado con extrema irresponsabilidad, pudiendo haberla manejado a través de sus coordinadores. Gente indigente que tiene que aguantar sol, sereno, lluvias, sed, hambre, entre otras cosas indecibles. ¡Qué inhumanidad!.
No son estos los únicos casos de corrupción que se han
cometido en este gobierno, donde todos los involucrados están en sus casas echándose
fresco en ciertas partes del cuerpo.
De seguir así las cosas; este gobierno finalizará muy pero,
muy mal parado, con un daño irreparable, causado por sus propios hijos.
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