Por Félix Betances.
Desde hace cierto tiempo, los Partidos políticos dominicanos
se inventaron e implementaron el cobro de inscripción a las personas que presentan aspiraciones a ocupar cargos
electivos.
El cobro de esos supuestos derechos, se convirtió en una acción
deleznable, desde el momento en que se decidió cobrar no una simple cuota de acreditación,
sino un monto de dinero, que a todas luces no es más que una descomunal desconsideración
a quienes todavía tienen fe en un sistema político que con tantos
cuestionamientos, deja tanto qué desear.
Es de considerar que esa cantidad de dinero que en muchos casos resulta forzosa para muchos, no debería cobrarse sino a los que resultasen candidatos ya oficialmente y en consecuencia, los propios partidos, deberían asumir por lo menos el 75 % de dicho monto, como un incentivo, en demostración de apoyo al candidato.
Es una forma discriminatoria y diabólica de buscar conseguir
capitales a costa de quienes con muchos sacrificios se arriesgan y saber que el
menos llamado a practicar esos cobros, es el Partido en el poder, el cual
siempre cuenta con diversas posibilidades de capitalización, aunque en forma a
veces no muy transparentes.
Al menos habrá algún Partido que no practique esas exigencias,
quizás porque entienda que no es razonable.
Lo que le da el grado de criminalidad a ese cobro, es el
hecho de que los precandidatos siempre serán muchos, a sabiendas de que los
escogidos serán muy pocos y lo peor de todo es que a veces resultan algunos
escogidos en forma hasta sospechosa.
Deben sopesar el abandono inmediato de esa deleznable y
bochornosa imposición, que siempre afecta a los que menos pueden, si por lo
menos quieren pintarse de “transparentes”.
¡No, al cobro satánico de inscripción a los precandidatos,
sea cual fuere el Partido!.
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