Por Félix Betances.
Hasta hace unas décadas hablar de la educación en la República Dominicana era muy alentador, ya que todos los buenos consejos giraban en torno a ella, destacándose que era la vía más correcta para prepararse y alcanzar el pleno desarrollo tanto individual como colectivo.
Sin embargo, vemos como todo unha cambiado en forma involutiva, dónde los resultados de las mediciones internacionales han venido en caída libre, con resultados cada vez más pirricos en las principales asignaturas, conjugado ésto con un cuestionado desempeño profesoral y con un cuasi abandono, del requerido apoyo logístico exigible en las escuelas.
Ha sido inocultable el resultado de pésimas administraciones en las que se han dilapidado cuantiosos recursos, como fue la construcción de una casilla en una Feria del Libro en la que se gastaron 18 millones de pesos, gastos millonarios en la construcción de unas escaleras, compra de 700 millones de pesos en libros que solo sirvieron para tirarlos a la basura y por último, compra de laptops y computadoras por centenares de millones y que al final, no sirvieron para nada, cambio de uniformes innecesario y compra de libros con deficiencias garrafales.
A la educación dominicana se le ha faltado el respeto definitivamente y lo peor de todo es que esto, parece no preocupar a nadie.
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