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Por FELIX
BETANCES.
Algún día
se conocerá la verdad de lo que pasó en el béisbol dominicano, especialmente en
esta serie final 2017-2018; de lo que nadie ha hablado hasta ahora, lo cual no
fue tan sencillo y se les fue de las manos a los dirigentes deportivos.
El
problema no fue que Las Águilas ganaran como muchos han querido argumentar,
porque eran dos equipos en juego, jugando con total entrega, de los cuales uno tenía
que ganar naturalmente.
Lo que ocurrió
no estuvo precisamente en el juego final, donde todo el que sabe de deportes,
sea del bando que sea, pudo ver que no fue un partido jugado a la altura de dos
equipos de alta competencia como lo son Licey y Águilas; fue algo que vino de atrás,
pues hay que ser muy inocente en asuntos de deportes como para no darse cuenta de
cómo se jugaron los tres últimos juegos a partir de los cuales se notó el
disgusto. Cada equipo tiene sus metas, pero cada jugador en particular, también
quiere hacer sus números, independientemente de cualquier otra cosa.
Lo que hubo
y de lo que alguien hablará algún día, fue tan grande y evidente, que causó la
negativa de los jugadores del Licey a formar parte de la delegación que representaría
al país en la serie del Caribe, situación que desató la indignación de algunos
jugadores y exjugadores del equipo de las Águilas quienes quizás tuvieran
razones para quejarse de la negativa de los jugadores azules, aunque no
compartimos el lenguaje en que expresaron su disgusto.
Alguien algún
día dirá la verdad de lo que pasó y lo que hay que esperar es que lo ocurrido,
no siga provocando situaciones de distensión entre la fanaticada de dos equipos
que se han convertido en los nuevos “eternos rivales” del deporte dominicano y
que en su momento, se pidan las excusas de lugar y todo vuelva a la normalidad,
por el bien de todos.
Y por último,
cuando se sepa la verdad, que si hay alguien que deba pagar las consecuencias,
que las pague; sea quien sea.
¡Que viva
el béisbol, la confraternidad y las buenas relaciones, entre equipos y
fanáticos!...
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